Te quiero, sos perfecto, cambia
Mucho se escribio y se intelectualizo acerca de las diferencias entre el hombre y la mujer, sobre la simbologia de Marte y Venus, sobre lo distinto que funcionaban las psiquis de ambos, hasta sobre el uso que le damos a nuestras neuronas hombres y mujeres. Por ello, siempre es bienvenida una propuesta en la que simplemente con creatividad, talento y buena musica se recreen historias que hablen de los encuentros y desencuentros entre el varon y mujer en la vida moderna. Los inicios de la pareja, enamoramientos, los estragos de la rutina y las presiones sociales, las exigencias desmesuradas, el pretender que el otro sea el salvador invisible, todo recreado con gran humor, precision y acierto.
Un piano, un violin y pocos elementos escenograficos hacen a la puesta, por lo que la creatividad manda a la hora de crear el ambiente necesario para transportarnos a las distintas historias que nos narra el texto. La obra esta sin lugar a dudas sostenida por el talento y oficio de los cuatro protagonistas, donde el director supo hacer lucir a cada uno en su estilo, brindando asi un espectaculo homogeneo. Inevitable, como en toda obra de teatro, es que alguno se luzca mas que otro, pero hay una base de equilibrio que permiten que todos desplieguen sus habilidades.
Asi, mientras que Natalia Lobo y Diego Ramos lucen belleza, talento y juventud, Karina K hace gala de toda su ductilidad escenica, pasando de un personaje a otro en segundos de modo magistral y haciendo uso en la medida de lo posible de su conocido registro lirico. Guillermo Fernandez esta correcto en los distintos papeles que le toca interpretar, muy diferentes a aquellos para los que lo suelen convocar, aunque quiza demasiado sobrio, uno espera ese momento de lucimiento que tiene el resto de los protagonistas, en algun solo o escena en particular, pero en su caso no llega.
La escenas van pasando, entrelazadas tan armonicamente como suenan las voces de los actores. La direccion de Pashkus en ese sentido es admirable. Ha logrado que registros vocales muy distintos suenen muy melodiosos cuanto se juntan en distintas partes de la obra.
Sin gran despliegue escenografico, sin luces estravagantes, en un teatro pequeno en el cual los actores y musicos desnudan su talento ante un cercano espectador, considero que se logra en este caso lo que todo espectaculo pretende, que no es mas que transportar a la irrealidad que propone, convirtiendola, aunque sea por una hora y media, en real.
En definitiva, se trata de una obra muy disfrutable, para pasar un buen momento en buena compania.
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