sábado, 21 de enero de 2012

EN EL CUARTO DE AL LADO

COMENTARIO DE "EN EL CUARTO DE AL LADO" POR JUAN MANUEL

"Durante siglos, las religiones reprimieron el placer. El atractivo de esta obra es como logra revelar los secretos del mundo íntimo de la mujer en tono de comedia", afirma la directora de En el cuarto de al lado, en el programa de esta comedia que se acaba de estrenar en el Teatro Apolo de esta ciudad. Helena Tritek, con estas pocas palabras, logra sintetizar uno de los temas sobre los que gravita esta pieza nominada para el premio Pulitzer en el año 2010.




1880. Época Victoriana.La sociedad se encuentra deslumbrada por el ingreso de la electricidad en sus hogares, y la comunidad cientifica fascinada por todos los avances que el descubrimiento de Edison significa. Esto, en el marco de una sociedad que durante siglos confino la sexualidad a un pecaminoso arcón cerrado bajo siete llaves. Y bajo este amalgama de revolución científica y represión social transcurre esta comedia cuyos protagonistas son el descubridor de un aparatoso artefacto eléctrico que induce a la "liberación" o "paroxismo" (como se llamaba en la época al orgasmo) en mujeres (y hasta en hombres) y su enérgica aunque emocional y sexualmente frustrada esposa. Junto a ellos, condimentan la obra unos pintorescos personajes secundarios, que dan color a esta eficaz y ágil comedia. En tiempos en que las puestas teatrales acuden a muchos efectos tecnológicos, parafernalia y hasta excesos de vanguardismo para atraer la atención del público y captar nuevos espectadores, es refrescante ver una propuesta de teatro puro, una puesta clásica sostenida por buenas interpretaciones, e impecables escenografía, vestuario (ambos cargo de Eugenio Zaneti) e iluminación. La escenografía, bella y elegante, recrea la sala de estar y consultorio del médico inventor del "aparato cura histeria", brindando una adecuada ambientación al estilo de vida de tipo burgués del siglo XIX. Una columna muy bien ubicada y una puerta separan los dos ambientes en los que transcurre toda la obra. Grandes paneles color madera con dibujos ornamentales conforman paredes que dan calidez de hogar, mientras que bellas lámparas y sillones de terciopelo rojizo recrean la acomodada situación socioeconómica de los protagonistas. Al empezar la obra, cuesta adaptarse al trabajo desarrollado con micrófonos. El sonido de las voces puede ser un tanto metalico, pero al rato uno se adapta y se sumerge en la acción. Luciano Cáceres y Gloria Carrá (matrimonio en escena y en la vida real) hacen gala de un oficio que iniciaron a los 8 años, y llevan adelante sus protagónicos sin altibajos, hasta llegar a una audaz escena final en la que prevalece la estética. De hecho, buen gusto sería la frase mas adecuada para describir el modo en que se trata el tema de la obra, que de haber caído en manos inapropiadas podría haber resultado ciertamente chabacano. Pero bajo la dirección de Triek, en cambio, este texto cobra vida como una elegante y divertida comedia de enredos. Si bien el tema no lo es, la puesta es clásica, con personajes que entran y salen de escena, confusiones, historias entrelazadas con principios, nudos y desenlaces cada una, algunos mohines efectistas pero con gracia, y otros elementos que hacen que la obra sea muy disfrutable. Los pintorescos personajes secundarios realzan la escena. La Sabrina que interpreta Victoria Almeida (ganadora del premio ACE el año pasado a la mejor actriz de reparto por "Espejos Circulares") pasa de una angustia casi infantil al más puro éxtasis, en una amplísima gama de matices y, en todos, brilla. De yapa, Almeida interpreta, junto con la siempre sólida Gipsy Bonafina, un clásico de la música francesa de un modo tal que es difícil no emocionarse. También se destaca el artista confundido y graciosamente exagerado que compone Esteban Meloni, un seductor "histérico" y tierno a la vez. En definitiva, muy recomendable para aquellos que busquen ver una fresca y entreteida propuesta en calle Corrientes.
Un abrazo Juanma

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