viernes, 13 de abril de 2012

Jezebel (1938)

Estados Unidos, 1852. La joven aristócrata Julie Marden (Bette Davies), acostumbrada a salirse siempre con la suya y que todo el mundo termine cumpliendo con sus deseos por más nimios que fuesen, cueste lo que cueste, lleva sus acciones a un punto que ni ella puede manejar, y termina pediendo al hombre que ama y con el que estaba comprometida (Henry Fonda). A partir de allí, la joven Julie entra en un interminable espiral descendente, y la gente a su alrededor comienza a ver en su temple inquebrantable al del malvado personaje bíblico que da título al filme que paso a comentar.

Los momentos previos al inicio de la guerra civil estadounidense, y un incipiente brote de fiebre amarilla haciendo estragos en el sur del país dan marco a esta historia que muestra hasta qué punto puede llegar el orgullo de una mujer dispuesta a todo para lograr lo que quiere en todo momento, sin importar las consecuencias. Las primeras escenas muestran como Julie, a causa de un simple capricho, orquesta una venganza contra su prometido, lo que le cuesta que este último la abandone a poco tiempo de la boda.

El regreso de su prometido tiempo después a la ciudad, con intenciones éste de ayudar a combatir la plaga que azota el sur del país, despierta sus esperanzas de reconquistarlo. Para ello, es capaz de todo ardid y maquinación, y la persona de Julie poco a poco va desapareciendo, fundiéndose en Jezebel. A partir de allí, intrigas, muerte y rendención llenan una historia que comienza con un tinte hasta podría decirse ingenuo –la Julie de este filme hace recordar a la Scarlet O Hara de Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó, si bien esta película es anterior a ese gran clásico del cine- hasta que llega a cobrar matices un tanto macabros.

Qué mejor actriz para interpretar a este personaje que Bette Davies, una de los más emblemáticos personajes de la época dorada del cine que hizo gala de talento y profesionalidad, una presencia escénica con un poder muy pocas veces igualado en pantalla. La filmografía de Davies es vasta e interesante, lo que muestra un talento acompañado en inteligencia a la hora de elegir cada proyecto a medida que pasan los años. Hay personas que supieron adecuarse al paso del tiempo, entendiendo bien lo que podrían ofrecer como artistas en cada momento, y maximizándolo. Con ella, nos encontramos con una larga carrera actoral que comienza con títulos como "Bar Sister" (1931), que en el camino nos regala clásicos como "All about Eve" (aquí estrenada como "La Malvada") y que culmina adentrándose en el género del terror con filmes como "Qué fué de Baby Jane" (1962). Davies bien sabía que no integraba la categoría de las femme falates, de las sirenas a las que no se les exigía mucho histrionismo a la hora de moverse frente a la cámara. Pero conocía bien su talento, sabía utilizarlo y, en su caso, eso bastaba para adorarla. Uno queda seducido por la atrapante personalidad que dió a cada personaje, y por esos enormes y redondos ojos azules con los que transmitía las grandezas y bajezas de las criaturas que componía.

En la película que origina este comentario, la encontramos en los comienzos de su carrera, componiendo el papel que le valió su primer Oscar. Y vemos a una actriz que navega por todas las emociones y matices que se pueden hallar en un personaje: inocencia, picardía, dolor, furia, arrepentimiento. Entra y sale en cada uno de estos estados con una naturalidad sorprendente.

También atrapa la actuación de Henry Forda encarnando al abnegado novio que encontrará el límite a su paciencia en un baile social al que Julie va vestida de un modo indecoroso para la época (quizá la mejor escena de la película, desde lo técnico y lo actoral, es la del valls en esa fatídica fiesta), consecuencia de lo cual se muda al norte del país, lugar de los "yanquis", para volver un año después buscando colaborar en la lucha contra la fiebre amarilla. Fonda aqui demuestra su talento con pocos gestos, una mirada reflexiva y penetrante, movimientos cortos pero firmes, todos ellos elementos propios del personaje que le toco en suerte.

Como se anticipara, el comienzo de la película es casi inocente, mostrando a una joven caprichosa que no teme en cruzar los límites sociales (su entrada en una reunión social con ropa de montar y luego tomando tragos frente al resto de las damas conservadoras es muy entretenida) y pone a prueba constantemente la tolerancia y devoción de su futuro marido. Pero, una vez cruzado el límite, tanto al vida de Julie como la situación sociopolítica del país entran en un espiral descendente que dan lugar a trágicos episodios y a la búsqueda de la redención.

El director William Wilder logra recrear el clima pre guerra civil estadounidense, y logra mediante su narrativa transmitir poco a poco la transformacion tanto del personaje de Davies como de la ciudad asolada por los acontecimientos. De la casi ingenua y caprichosa joven a la mujer manipuladora y con muy relativos escrupulos. De la tradicional y refinada Louisiana de mediados del siglo XIX a un lugar donde rige la ley marcial y se ejecuta sin piedad a todo aquel que intente trasponer los limites de la ciudad donde la plaga toma cada vez mas fuerza.

Este film recibio dos Oscar en 1939, correspondientes como ya se anticipara a mejor actriz principal y a mejor actriz secundaria (Fay Bainter, quien interpreta a la muy maternal tia de Julie) y fue candidata a otros tres.

En definitiva, una muy buena propuesta de cine de la epoca de oro de Hollywood.

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